domingo, 10 de junio de 2012

Poema a Eugenio Espejo


Una voz se distingue
allí, en el horizonte,
una idea palpita
y remueve al dormido,
¡despierta! soy el eco
de libertad primera,
de aquel que clama aún
perdido en el desierto.

Los rayos de la aurora
se funden en la vida
del periodista y médico
precursor de amerindia,
oxigena la idea
bajo el azul del cielo
en el crucial encuentro
de la noche y el día.

La luz de independencia
remueve corazones,
palpita indescriptible
la lucha de una raza,
no se detiene el ave
en el umbral del tiempo,
tremola su aleteo
y los Andes traspasa.

su Ciencia Blancardina
es simiente que brota
como el Nuevo Luciano
lanzado al infinito,
hallado en el origen
su talla, su figura,
fundida en las Primicias
de la cultura de Quito.

No bastó ser el “duende”,
el científico puro,
había que incrustarse
en el alma del pueblo,
humanista, erudito,
autodidacta probo...
cambio social pedía
su colosal cerebro.

Así se perfilaba
su raza incáica-shiri
colmada de esperanzas
para un mundo mejor:
vacunas para el cuerpo,
vacunas para el alma,
científicos encuentros,
revolución de amor.

Loor al “duende” hambriento
de cambiar la agonía,
en manos que trabajan
desterrando el temor:
Loor a Eugenio Espejo,
el hombre perseguido
que entregó su existencia
por un nuevo Ecuado



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